27 de febrero de 2011

Intitulado: nº 6

- ¿Qué hiciste en el piso?
- Nada
- ¿Cómo que nada?, ahí está manchado.
- Ah, eso.
- Si, eso. ¿Qué es eso?
- Y… bien dijiste vos, una mancha.
- Sí, ¿Mancha de qué?
- No puedo saber porque no fui yo quien la hizo.
- Entonces, ¿de dónde salió?
- Eso tampoco sé.

“No puedo decirle que son pisadas del Jkler que me encontré, seguro enloquece”

23 de febrero de 2011

Las vicisitudes de internet

Víctor no es de esos a los que les gusta la tecnología, pero de vez en cuando toca unas teclas.
Así fue que una vez,visitando el ciberespacio, la encontró.
Buscó cómo contactarla.
Ella, un tanto sorprendida, le propuso un lugar de encuentro.
Los tres días que faltaban para el encuentro fueron imposibles: no dormía, no comía, le dolía constantemente la cabeza y no podía dejar de pensar en ella.
El lugar pactado era una plaza.
Ella iba a esperarlo en un banco del centro.
La ubicó.
Ella estaba cruzada de piernas, leyendo un libro, con el brazo extendido a lo largo del respaldo del banco.
El pelo ondulado, con el ocasional viento, se desparramaba y ella tenía que acomodárselo detrás de la oreja.
Víctor frunció las cejas y apretó las mandíbulas.
Estaba indignadísimo, esa furia que no lo había dejado dormir ni comer tenía que verse reprimida.
Caminó con decisión.
"Está tan tranquila, casi como si no tuviera que encontrarse con nadie, CONMIGO".
En el camino iba farfullando en voz baja todo lo que iba a recriminarle.
Fue entonces cuando ella levantó la mirada. Lo observó intensamente a través de los anteojos.
 - ¿Sole? - La voz de Víctor se quebró de impotencia.

22 de febrero de 2011

Víctor y las plazas.

Víctor visita plazas.
Ama las plazas. Las palomas, los árboles, la paradoja.
Podría tirarse sobre el pasto a observarse por horas, porque éso es lo que más le gusta de las plazas: ahí es donde se observa.
"Mirarse no es tarea fácil che, los espejos confunden más de lo que ayudan".
Víctor, como excusa para observar, camina.

19 de febrero de 2011

La pelirroja

Víctor tuvo dos novias.
Una en la secundaria, otra a comienzos de su facultad. Después se dedicó a las amantes, o mejor dicho, quiso.
Hoy, se levantaba al lado de una "pelirroja infernal", después de una noche de alcohol y excesos.
El hecho es que Víctor se sentía pleno, "casi hasta si podría pedirle matrimonio..."
Fue entonces cuando se despabiló.
"Antes que pelirroja yo diría que es un bordó ¿no?... y bueno, nadie tiene la nariz perfecta... mucho menos los ojos... aunque tampoco puedo pedir mucho de los labios..."
La mirada iba bajando, mientras la sujeta en cuestión dormía como comatosa.
Entonces, las justificaciones se acabaron.
Víctor miró para todos lados, buscando su jean y su camisa.
Se levantó y en un papelito que encontró por ahí, le escribió:
"Bueno, una linda noche. Te dejo la puerta del departamento abierta, yo vuelvo en un par de horas, el portero te deja salir."
Lo dejó en la almohada y salió.
Con las manos en los bolsillos, ya en la vereda: " La que lo parió, me meo".

16 de febrero de 2011

Sólo Víctor

Víctor es un tipo simplón, de esos que caminan mirándose las zapatillas y siempre cargan un bolso (el mismo bolso).
Él es de esos que ni aunque llevaran carteles de neón colgados del cuello llamarían la atención y, tanto es así, que salir a la calle es una travesía: todo el mundo se lo lleva por delante.
Usualmente viste un mismo jean  gastado a fuerza de uso intensivo, remeras lisas o, en su defecto, camisas arremangadas, zapatillas de lona y el ya mencionado bolso.
Es un tipo del montón, con una fantástica sonrisa, aunque se ríe de una manera insoportable.
Víctor tiene una biblioteca llena de manías, como leer los libros al revés (según el mismo explica, "sino nunca leería, me aburre de formas impensadas"), comer mousse de chocolate sólo los domingos al mediodía o estar constantemente preocupado porque llueva y en caso de que así fuera, esté donde esté, se apura lo máximo posible por llegar a casa (con Víctor nunca se sabe si es por goteras según él dice o por miedo a los truenos.)
Vive en un monoambiente en el centro, con una tortuga que se llama "Martina Juliana Estevanéz". ("No es cuestión de que todos tengamos nombre y apellido y ella no").
Pero quizás lo que distingue a Víctor es que los sábados por la mañana se despierta a las 7 de la mañana, se lava los dientes y se vuelve a acostar pensando en qué va a desayunar. Cuando finalmente se decide, duerme hasta las primeras horas de la siesta (hora en la cual el desayuno lo "asquea" y entonces decide cortar por lo sano: almorzar milanesas).

15 de febrero de 2011

Víctor

Vio que lo saludaba.
Tenía una gran sonrisa, y movía rítmicamente la mano de un lado al otro.
Víctor no pudo evitar pensar que le parecía conocida. Sin dudarlo, sonrió con entusiasmo y devolvió el saludo.
Ella se acercaba, caminaba desde más adelante en la cuadra, desandando sus pasos.
Cada vez con más rapidez la mujer se acercaba, como si no pudiera esperar la colisión, a Víctor el corazón le palpitaba con fuerza.
Fue entonces cuando ella pasó a su lado, continuando su trayectoria, para finalmente abrazarse con un hombre vestido con bermudas.

13 de febrero de 2011

Intitulado: nº 5

-Leeme.
-¿A estas horas?... ¿Qué querés que te lea?- le contesté con los ojos cerrados.
- Y no se, lo que quieras leerme.
Me di vuelta en la cama, pero nunca hice el más mínimo intento de leerle algo.
Entre balbuceos dije que no tenía ganas o que no sabía qué leerle.
Ay, si me lo hubiera pedido antes, quizás el sueño no me vencía.
Resignado, entendió que no iba a moverme, me abrazó y más tarde, como si fuera un nene, se levantó de la cama.
- ¿Adonde fuiste?- le pregunté.
- Estaba leyendo.

Gracias por esos pequeños destellos de magia.

11 de febrero de 2011

Lobotomía

"Alguien tiene que reaccionar frente a tanta estupidez de moda". Clifford Stoll

La madre de Julián estaba desesperada. "Se pasa horas encerrado en su cuarto, dice que lee". Le comentó a su esposo una noche en forma de confidencia.
El padre de Julián decidió que ya había tenido suficiente y entró estrepitosamente en el cuarto del niño: "¡¿Qué hacés leyendo?!".
Julián miró incrédulo a su padre, sin esperarse la paliza que prosiguió al grito.
Al día siguiente, Julián desayunaba con la televisión encendida.
Madre y padre se abrazaron con alegres lágrimas en los ojos.
"Por fin se recuperó", dijo la madre mientras se enjugaba los ojos.

9 de febrero de 2011

La pregunta

"Lo que se pierde, ¿para adonde va? esa siempre fue mi pregunta..."

Y me sentí cayendo en colchones de plumas, en un desvanecer de vidas y placeres. 
Sucumbí ante el grisáceo sabor de los chocolates y en un jazz de despedida.
Ésa también es mi pregunta: ¿Hacia dónde va? 
Pero hoy que la ausencia me despeinó goces y la despedida me torció el humor, muchacho, no tengo intenciones ni de pensar en contestarla.
Siento que te fallo, pero yo te lo advertí.
La subjetividad de la respuesta es avasalladora, ¿pero qué importa? Perdido va a seguir estando.



4 de febrero de 2011

Intitulado: nº 4

"¡Raquel,soltá eso!"
Raquel dejó la cola en el piso.

"¡¿Raquel, que hacés masticando esto?!"
Raquel escupió la pierna.

"Raquel, tranquila... ¡Soltame!"
Raquel mostró sus tres filas de dientes,enfurecida, y se abalanzó sobre su dueño.

2 de febrero de 2011

75 años

(Continuación de la segunda parte, que viene de la primera)

Adriana se apoyó en la pared mientras sopesaba el paquete que tenía en sus manos.

Dante se miró  de perfil en el espejo del ascensor, acariciando la redondez de su panza incipiente. "Estoy en el primer piso, y bajo en ascensor..."

Ella miraba para otro lado, esperando con calma.
Él miraba su cabello suelto, ondulado, renegrido, pensando en las posibilidades de un nuevo encuentro.

Adriana volvió la cara.
Dante tuvo que contener la respiración.

-Acá le traigo su paquete, son $20.
La voz, el perfume, los ojos canela, el pelo.

Dante no pudo menos que sonreír, recibiendo el pedido y entregándole el dinero.
Adriana lo miró con más detenimiento. Ojos verdes profundos, poco pelo, panza, sonrisa estúpidamente simpática.

- Gracias - Tomó el dinero y se fue.


Adriana se despertó, miró las sábanas y movió sus pies debajo de ellas. Desperezándose, giró todo su cuerpo hacia el otro lado.
Dante observó cómo ella miraba las sábanas, cómo movía los dedos debajo de ellas y cómo con ternura se desperezaba.
En el momento en que Adriana se dio vuelta, a él le dio un vuelco el corazón.



Gracias Ariel, porque me despertaste en medio de la madrugada, y que por tu culpa pude terminar el escrito(ahora VOS me serviste de "muso").