23 de abril de 2012

Ni que sí, ni que no.

 Adrián, entonces le preguntó: - ¿Y si te dijera que no?
 - ¿Y si me dijeras que no, qué?
- Claro, si te dijera que no.
- Te contestaría que está bien.
- ¿Que está bien qué?
 - Que está bien que me digas que no.
- ¡Ajá! Pero, ¿un "está bien", pero que en realidad está mal o un "está bien" que verdaderamente está bien?
- Un está bien, de que está bien.
- Hmm... Por eso no voy a decirte que no.
- ¿Entonces?
-...
- ¿ENTONCES?

Adrián se levantó de la mesa.
Ni siquiera miró para atrás cuando cruzó la calle, dejándola sentada en la mesa del bar.

19 de abril de 2012

Intitulado: Nº 11

En la carta también había un par de recriminaciones y amenazas, además de unos pocos mimos.
Se reclinó en la silla. Se miró de reojo en el espejo, desnuda, no había encontrado otra forma de escribirle cartas.
Se miró el ceño fruncido, la boca apretada.
Pensó que firmar sólo con su nombre era suficiente.

Abrió el sobre.
Él nunca le contestaba. Ella siempre se lo recriminaba.
Una vez más sospechaba que había otra, que debía haber otra, razón por la que nunca contestaba.
No firmó con dedicatoria.
Por primera vez pensó que había otro.
En su respuesta hubo recriminaciones, además de muchos mimos.