19 de octubre de 2011

Recién despierta

Y así esperando el amanecer estuve leyendo en cama. El sueño nunca vino, pero yo insistí en acostarme temprano.
Pensando en los terrores de un novio dormido me fui abandonando a una cama revuelta, hasta que los miedos se volvieron míos.
Confirmé mis sospechas, mientras me levantaba arrastrando las pantuflas. Ya no tan sólo me había regalado a los miedos, sino a las ojeras, a la seriedad, a la tos, a lo cotidiano.
Me queda esperar, respirando olor a durazno del té, la mañana caliente, para volver a la cama y jugar a estar recién despierta.