30 de agosto de 2011

Soledad sola.

La música del piano, el ruido del mate sin agua, los auriculares duelen, la tinta impregnándose en las hojas, los suspiros de cansancio solitario.
A veces me gusta jugar a que tengo un Gerónimo en casa.
Un Gerónimo que aprieta botellas en la cocina, que apaga luces, que me hace dar chuchos, que enfría los ambientes, que repele a quien entra y molesta.
Compañero como ninguno, de presencia tácita y besos fríos, que baila salsa y es músico.
Entonces la Soledad se calma, se comprime en persona y se sonríe mientras lo invita a bailar.