28 de junio de 2011

Mi cama

Son esas determinaciones que se toman sorbiendo un café, observando por la ventana el Sol invernal...
Decidí dar vuelta mi colchón.
Lo sopesé contemplativa, a centímetros de mi estufa, en un gesto inútil por combatir el frío.
Mi cama.
Entonces pensé en cuanto tiempo no lo rotaba.
Mis sábanas viendo venir la hecatombe, se pegaban a los bordes del colchón, podía sentir cómo lloraban quedamente cuando finalmente podía arrancarlas, pobres... ellas embaladas en su infantilidad egoísta.
Sentí que el colchón pesaba más de lo usual, y el calor remanente de este lado, ese calor impregnado, calor del enamorado, de las pasiones, de las noches frías.
Al fin el colchón cayó sobre la estructura de madera, rendido, produciendo un ruido seco, casi como un lamento.
Me senté.
El colchón fresco.
Amores renovados, puros como han de venir.

12 de junio de 2011

Intitulado: nº 10

Los años que no tenía le acariciaron el cabello.
Ella sentía cómo las arrugas iban acumulándose en sus miradas, sonrisas y cantares.
Cuando observó sus manos las notó demasiado responsables.
Los pies quietos, los hombros cansados, la espalda quebrada.
Ahí supo.
Esa mañana que no supo ser juvenil, que ya ninguna lo iba a ser más.
Hasta los suspiros, avejentados, le rodaban por los pechos caídos y se desplomaban contra el suelo.
Corrió en busca de un espejo.
Se miró los ojos.
Los recuerdos no vividos le pesaban en la melancolía de la mirada.
Los años que no habían sido ya le habían decolorado el pelo.
Los besos no recibidos le habían ajado la piel.
La sonrisa se le derramaba, y los labios temblorosos no quisieron contar más.