26 de abril de 2011

Volver

En una encrucijada creativa, me convencieron de ser un hombre con ínfulas policíacas. "Entonces, me dije, nos tengo que demostrar lo contrario".
Pero cuando finalmente me decido a volver a mis raíces, y a un contar femenino, es cuando me doy cuenta de que no es lo que soy.
Evidentemente, soy un hombre.

Finalmente había desterrado a Agatha Christie de mi biblioteca y la había guardado toda en un cajón pero es ahí cuando los policiales son lo único en mi cabeza.
Las risotadas de un libro ajado, atrapado en mi mesa de luz, no me dejan dormir de noche.

Burlada, apabullada, arrebatada, tomo la medida de volver.
Volver a ser mujer, en brazos de un hombre, volver a ser productiva, y llenar mi vida con más que un par de asesinatos irresueltos.

16 de abril de 2011

Edgardo



Le decían El Chueco.

El Chueco jugaba al fútbol.
Muy bien jugaba.
El Chueco se llamaba Edgardo Raúl López.
Por eso le decían “el Chueco” nomás.
El Chueco venía de un barrio muy pobre.
No obstante devoraba libros de Borges y escuchaba Toto.
El Chueco tenía mujer, una muy linda, Norma.
Todos sus vecinos y amigos también podían confirmar lo linda que era Norma.
La última vez que El Chueco se miró en el espejo se sintió viejo y fuera de forma.
Pero no por eso iba a dejar los asados del domingo y el vinito amiguero.

10 de abril de 2011

Vacío

Farsa.
Entrega.
Desgarramiento.
Impersonalidad.
Calor.
Cuerpos.
Desamor.
Impureza.
Soledad.
Vacío.

8 de abril de 2011

¿Evolucionismo?

- Esperemos un poco más - dijo mientras se metía el dedo en la nariz sin reparos.
Ernesto lo miró con desprecio.
- No podemos esperar más... ¡Hacé eso en tu casa,carajo!
Walter retiró los restos verdes que quedaban en su dedo, los hizo bolita y la arrojó contra el parabrisas de un tincazo.
- Ya va a volver en algún momento - Walter,ahora, se empeñaba en limpiar sus oídos.
Ernesto pensó en un chimpancé.
Observó a Walter acicalarse, y no pudo dejar de imaginarlo hurgando en busca de piojos. (Lo que le desató un ataque de risa).
Su acompañante seguía compenetrado en su tarea, por lo que no le prestó atención.
- Ahí lo tenés - dijo Walter con tono triunfal.
Ernesto se maldijo por tener que obedecer a un mono.
Salió del auto masticando insultos.
La bala impactando en la pared resonó en el silencio.
Walter rió desde adentro del Ford, viendo cómo la sangre se expandía por el suelo, al tiempo en que se raspaba los dientes con la uña.


1 de abril de 2011

Al desnudo

No podía prestar atención, si mi camisa no me pertenecía.
La miré muy detenidamente, observando cada centímetro de mis brazos, mi pecho, mi panza, cubiertos en su totalidad por la intrusa.
Los bolsillos, los botones, las hilachas, nada podía ser mío.
No influyó que la camisa fuera nueva. Era otra. Yo era otra en ella.
Algunos me miraron de reojo, buscando alguna explicación para el súbito interés en mi anatomía.
Pero ellos no sabían que yo ya estaba desnuda, que nunca me había vestido, que nunca había usado una camisa.
Entonces, cuando caí en cuenta de cuán desnuda estaba, fue que me sonrojé y tuve que desviar la mirada.