-Leeme.
-¿A estas horas?... ¿Qué querés que te lea?- le contesté con los ojos cerrados.
- Y no se, lo que quieras leerme.
Me di vuelta en la cama, pero nunca hice el más mínimo intento de leerle algo.
Entre balbuceos dije que no tenía ganas o que no sabía qué leerle.
Ay, si me lo hubiera pedido antes, quizás el sueño no me vencía.
Resignado, entendió que no iba a moverme, me abrazó y más tarde, como si fuera un nene, se levantó de la cama.
- ¿Adonde fuiste?- le pregunté.
- Estaba leyendo.
Gracias por esos pequeños destellos de magia.
Virtud tiene nombre de magia comprensiva.
ResponderEliminarUn abrazo Sole,
Alejo
P.D
En forma un tanto pragmática, hago alusión al post anterior, que me gustó bastante: Esperemos que la "lobotomía" no alcance nunca a este lector.
Deseos nocturnos...
ResponderEliminarNecesidades diurnas...
Saludos
J.
Es imposible dejar de lado la subjetividad...
ResponderEliminarde los nuevos días.
ResponderEliminarde las nuevas noches.
Si tan sólo fuéramos reales...
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