23 de febrero de 2011

Las vicisitudes de internet

Víctor no es de esos a los que les gusta la tecnología, pero de vez en cuando toca unas teclas.
Así fue que una vez,visitando el ciberespacio, la encontró.
Buscó cómo contactarla.
Ella, un tanto sorprendida, le propuso un lugar de encuentro.
Los tres días que faltaban para el encuentro fueron imposibles: no dormía, no comía, le dolía constantemente la cabeza y no podía dejar de pensar en ella.
El lugar pactado era una plaza.
Ella iba a esperarlo en un banco del centro.
La ubicó.
Ella estaba cruzada de piernas, leyendo un libro, con el brazo extendido a lo largo del respaldo del banco.
El pelo ondulado, con el ocasional viento, se desparramaba y ella tenía que acomodárselo detrás de la oreja.
Víctor frunció las cejas y apretó las mandíbulas.
Estaba indignadísimo, esa furia que no lo había dejado dormir ni comer tenía que verse reprimida.
Caminó con decisión.
"Está tan tranquila, casi como si no tuviera que encontrarse con nadie, CONMIGO".
En el camino iba farfullando en voz baja todo lo que iba a recriminarle.
Fue entonces cuando ella levantó la mirada. Lo observó intensamente a través de los anteojos.
 - ¿Sole? - La voz de Víctor se quebró de impotencia.

7 comentarios :

  1. Lindo texto, como no se puede aceptar que alguien sea diferente a uno y los nervios no sean los mismos ni se vivan igual.

    Lindo blog, pasaré nuevamente.
    saludos totales.

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  2. Interesantes tus Escritos e intitulados, me llamaron la atención los de Victor sobre todo. Entretenido blog,doblaré por esta esquina más seguido.

    Guille

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  3. G. de Lana: Amén y muchas gracias.
    José: Diría más bien cachetazo.
    Guille: Muchas gracias, espero cruzarte en el camino entonces.

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  4. Ese sentimiento de Victor es TAN nuestro! Jaja! Qué egoísta lpm!

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  5. Jared: Claro, pero encima ¿te imaginás de jodido que debe ser encontrarte con tu creador, y que además, sea una mujer?

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  6. Preciosa historia, tan cotidiana... Tan mía...
    simpática.
    Ju

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