Ella miró la pared.
Las dos nos sabíamos.
Yo miré al piso.
El silencio de una casa vacía, muerta.
¿O era nuestro silencio?
La muerte nuestra.
Los libros, las hojas, todo se diluía en el "¿para qué?"
De a poco juntamos las manos y unimos fuerzas, para poder ver con mis ojos la casa vacía, muerta.
Qué loca esa sensación que deparan las casas vacías. Y más si lo son nuestras...
ResponderEliminarbuen post:
Ju
Esas cosas vacías llenas de pasado, de recuerdos, de vidas que alguna vez fueron...
ResponderEliminarSon mejores que los nuevos departamentos impersonales, carentes de todo... Eso seguro.
Saludos
J.
Ah, cuando los ojos no son más que espejos de la realidad!
ResponderEliminarUn abrazo Sole,
Alejo
hermosas y queribles las dos.
ResponderEliminarJu: ¡Muchas Gracias!
ResponderEliminarJosé: Ojo que yo a los departamentos nuevos los considero lienzo limpio, pero claro que debo reconocer que sí son un poquito impersonales.
Alejo: En efecto. Abrazo aceptado y correspondido.
Anónimo: Jaja, gracias. Pero de anónimo te queda poco.
A mi me sonó a esa cosa de juntar los ojos y apretar las manos como ver con un ojo, nuestro ojo y poder ver más allá de esa casa vacía, ver que es nuestra y que esta muerta.
ResponderEliminarPerdón por el delirio, pero eso me disparó
abrazos totales.
Enfrentar las diversas muertes que nos rodean en companía de nuestros queridos, las hacen algo mas "tenues" (solo algo, pero...)
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