Era un sábado. Se levantó en pijama, olvidó ponerse los anteojos y se instaló frente a el televisor. Su hermana ya estaba en el living, mientras dibujaba en la mesa chiquita, miraba de reojo un canal de dibujos.
- ¡A desayunar! - gritó el padre.
Ninguna se movió de su lugar.
Ella, estaba a unos pasos del televisor, tanto, que tenía que mirar hacia arriba.
El televisor se apagó y el padre repitió: -A la mesa, a desayunar.
Se movió automáticamente hacia el baño a mojarse las manos y después secarlas.
Se sentó en su silla y tomó la leche de un sólo trago.Con bigotes blancos, le sonrió al padre, mientras su hermana le decía:- Avril, tenés bigote.
- Sí, ya lo sé, Iara.
Se levantó, volvió al baño y se paró en su sillita blanca para poder reírse de sus bigotes un rato.
Volvió al living, levantó su taza y la llevó a la cocina.
Prendió la televisión. A veces conversaban con su hermana sobre el programa... pero mientras se iba acercando el mediodía, se peleaban más y más.
A almorzar vendrían visitas y seguramente, ambas estarían llorando.
Y la televisión apagada, por supuesto.
ResponderEliminarSaludos
J.
Con los años, qué sucedió? Ya miran la TV desde arriba, seguro, pero... conversan? ¿Juegan? ¿Lloraron suficiente?
ResponderEliminarno es con los años, así son ahora. Viví una vez 6 meses con ellas y las quise matar. Mi impotencia reside en que yo no soy la madre asique no puedo aplicar mi concepto de disciplina :P...
Eliminar¿Porque de hacerlo te converterías en la madrastra mala y ella en dos diminutas cenicientas? ¿Eh? ¿Por eso?
EliminarSaludos
J.
jajajajajajaja no. Pero, pensalo así: en el parque se dan vuelta a la cuadra que sacaron de ventaja y se te ríen en la cara... decime si no les hace falta por lo menos UN coscorrón?
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