-...las plantas en general no me gustan. Desde que murieron mis pensamientos, no me animo a cultivar nada más.
Martín esperó.
- Los ahogué. No supe cuidarlos. Me los trajo mi mamá un día. Bordó, morados, azules, blancos, amarillos... todos quedaron a mi cuidado. Mi mamá nunca supo explicarme bien como era y bueno, hice lo mejor que pude.
La sintió infinitamente triste.
- ¿No te animarías a empezar de nuevo con otros pensamientos?
- No, es difícil criarlos, y evidentemente yo no estoy lista. A los míos los devoraron. Ay, Martín... pero eran tan lindos, si los hubieras visto...
que lindo texto, que bueno eso de cultivar pensamientos, son lindos, pero son muy frágiles también. Hay que saber cuidarlos.
ResponderEliminarabrazos totales.
vos.. tenés injerto de genio, sabelo.
ResponderEliminarLa fragilidad y lo efímero de las cosas. Para mi es justamente ahí donde se esconde su belleza.
ResponderEliminarUn abrazo Sole.
Guille
Me animé a pensar nuevamentee...y gracias a vos a ejecutar lo pensado en mi cabezita!...muy bueno sole!y gracias por aqui no te dije por la oportunidad jeje!!!
ResponderEliminarAlgunas personas, lamentablemente, no fueron hechas para pensar.
ResponderEliminarY cuesta darse cuenta de ello.
Saludos
J.
:)
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