14 de diciembre de 2010

Intitulado: nº 2

 Hay que tener en cuenta que me duermo.

-¿Y si nos tiramos a descansar?- La voz de Marcela resonó en el salón.
-¿Adónde? - Respondió Nahuel un poco sorprendido por la proposición y mirando con consternación a su alrededor.
- Ahí, no va a pasar nada - Propuso Marcela, señalando un montículo a lo lejos.
- ¿Pero que es eso? - Nahuel no salía de su asombro.
- Y... una elevación, claramente - Marcela cuando se lo proponía podía ser muy irónica y molesta.
Nahuel se tuvo que resguardar los ojos por el brillo de las baldosas recién lustradas para poder vislumbrar el montículo.
- Pero ¿cómo nos vamos a tirar ahí?, ni siquiera sabemos de qué es - el montículo, en efecto, parecía como una pequeña lomada a la lejanía.
Marcela empapada en determinación se aventuró a empezar a caminar hasta ahí.
De vez en cuando tiraba una mirada de reojo a Nahuel, como para comprobar que tan cerca venía. 
- Marcela, sinceramente esto me parece una locura - ella sólo se limitó a caminar un poco más rápido.
A veces patinaban un poco por la suavidad del piso recién limpio.
- ¡Marcela! Alguien nos va a ver por acá - Nahuel con evidente nerviosismo aceleraba más el paso para encontrarse con su compañera.
Ella no se daba por aludida y se acercaba cada vez más al montículo.
Entonces fue cuando lo sintieron.
Un temblor, un sismo, la catástrofe, y el sonido atronador. Fue en ese instante cuando la ráfaga de viento los sorprendió llevándoselos por los aires unos metros.
-¡Marcela! ¡¿Estás bien?!- gimió Nahuel mientras sentía que el gas que los rodeaba y sobre todo el líquido que los mojaba, les iba quitando la vida de a poco.
Ambos tirados sobre sus espaldas, muy cercanos el uno del otro, sintieron sus energías desvanecerse y se resignaron a esperar la muerte en paz.


-¡Ay mamá pero que asco! Acabo de matar a dos cucarachas que caminaban por el piso de la cocina y les tiré veneno, pero siguen agonizando. Parece que se estaban yendo para esconderse en esa pila de ropa sucia tirada en el piso.


1 comentario :

  1. Jajaja.... Juro que no veía venir ese final (igual que las cucarachas), y que decir de la parte de la ironía: me reventé de risa.
    Nada, fantástico así de simple.
    Un abrazo,
    Alejo

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