Hay que tener en cuenta que me duermo.
-¿Y si nos tiramos a descansar?- La voz de Marcela resonó en el salón.
-¿Adónde? - Respondió Nahuel un poco sorprendido por la proposición y mirando con consternación a su alrededor.
- Ahí, no va a pasar nada - Propuso Marcela, señalando un montículo a lo lejos.
- ¿Pero que es eso? - Nahuel no salía de su asombro.
- Y... una elevación, claramente - Marcela cuando se lo proponía podía ser muy irónica y molesta.
Nahuel se tuvo que resguardar los ojos por el brillo de las baldosas recién lustradas para poder vislumbrar el montículo.
- Pero ¿cómo nos vamos a tirar ahí?, ni siquiera sabemos de qué es - el montículo, en efecto, parecía como una pequeña lomada a la lejanía.
Marcela empapada en determinación se aventuró a empezar a caminar hasta ahí.
De vez en cuando tiraba una mirada de reojo a Nahuel, como para comprobar que tan cerca venía.
- Marcela, sinceramente esto me parece una locura - ella sólo se limitó a caminar un poco más rápido.
A veces patinaban un poco por la suavidad del piso recién limpio.
- ¡Marcela! Alguien nos va a ver por acá - Nahuel con evidente nerviosismo aceleraba más el paso para encontrarse con su compañera.
Ella no se daba por aludida y se acercaba cada vez más al montículo.
Entonces fue cuando lo sintieron.
Un temblor, un sismo, la catástrofe, y el sonido atronador. Fue en ese instante cuando la ráfaga de viento los sorprendió llevándoselos por los aires unos metros.
-¡Marcela! ¡¿Estás bien?!- gimió Nahuel mientras sentía que el gas que los rodeaba y sobre todo el líquido que los mojaba, les iba quitando la vida de a poco.
Ambos tirados sobre sus espaldas, muy cercanos el uno del otro, sintieron sus energías desvanecerse y se resignaron a esperar la muerte en paz.
-¡Ay mamá pero que asco! Acabo de matar a dos cucarachas que caminaban por el piso de la cocina y les tiré veneno, pero siguen agonizando. Parece que se estaban yendo para esconderse en esa pila de ropa sucia tirada en el piso.
Jajaja.... Juro que no veía venir ese final (igual que las cucarachas), y que decir de la parte de la ironía: me reventé de risa.
ResponderEliminarNada, fantástico así de simple.
Un abrazo,
Alejo